LEMA

! POR LA LIBERACION ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS !







12 febrero 2018

"LA AMENAZA RUSA"


“El general Herbert Raymond Mc Master, consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, acusó al gobierno ruso de intervenir en el proceso electoral mexicano”. El dicho, de por sí injerencista, sin tener ningún sustento tiene sin embargo obvias intenciones: movilizar a los círculos aliados del trumpismo, alarmar a los confusos y abrir brecha a la injerencia gringa en el proceso electoral.

Con esa irresponsable declaración también y dentro de la campaña negra que se orquesta contra Andrés López Obrador, -el candidato presidencial, que tiene la mayor posibilidad de ganar la elección de julio próximo-, sus enemigos han propalado el rumor de que los rusos están detrás de su candidatura, y también de que Maduro el presidente de Venezuela, financia su campaña.

Ambas aseveraciones son desde luego falacias, que a fuerza de repetirse una y otra vez tratan de convertirse en verdades, al estilo de Goebbels, -el ministro de propaganda de Hitler-  Afortunadamente el pueblo mexicano ya no se deja engañar tan fácilmente y ha tomado a broma estos rumores.

Lo que, si es cierto y no de ahora, sino desde hace muchos años es la injerencia del gobierno estadounidense, en los asuntos tanto de México, como del resto de países Latinoamericanos y del Mundo. La amenaza de intervenir y alentar un golpe militar en Venezuela que acaban de proferir tanto el Secretario de Estado como un Senador del país del
norte, así como de “vigilar” las elecciones en nuestro país son la evidencia real de esta política intervencionista del imperio.

En este sentido diversas organizaciones sociales de México rechazaron y repudiaron la visita a nuestro país del secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, y lo declararon persona non grata.

La elección para la presidencia de este año es un asunto de primordial trascendencia, porque esta en juego el futuro de la nación, o seguimos en el despeñadero al que nos han llevado los últimos gobiernos corruptos, o se da un cambio verdadero, y en cualquier circunstancia esto es un asunto que solo los mexicanos decidiremos por la vía pacífica en las urnas.

Tovarichs, en el FCR estamos claros que es urgente el cambio, para que nuestro país vuelva la tranquilidad y se reoriente la política económica que sirva para alcanzar un Desarrollo que beneficie a todo el pueblo, por lo pronto luchemos por lograrlo. 


¡POR LA LIBERACIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y POLÍTICA DE NUESTROS PUEBLOS!

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EE. UU. CONTRA VENEZUELA: CERCO GOLPISTA


Editorial de La Jornada 10 de febrero.- Bajo advertencia no hay engaño: con el llamado que hizo ayer el influyente senador republicano Marco Rubio para que los militares venezolanos derroquen al gobierno democráticamente elegido del presidente Nicolás Maduro, quedó claro –por si no lo estaba ya de manera suficiente– el consenso entre la cúpula republicana para respaldar una salida violenta a las diferencias entre el gobierno chavista y la oposición de derecha en la nación caribeña.

En efecto, los mensajes emitidos por el legislador ultra reaccionario a través de su cuenta de Twitter no se producen en el vacío, sino que dan seguimiento a una serie de dichos y acciones que corroboran el designio de Washington para precipitar una transición en el país petrolero. Aunque los sucesivos mandatarios estadunidenses han compartido su repudio al régimen soberano de Caracas, en las últimas semanas se ha visto un recrudecimiento de tal postura con las inaceptables declaraciones del secretario de Estado, Rex Tillerson, al tildar a las fuerzas armadas de agentes de cambio cuando las cosas están muy mal.

Más preocupante aún es el salto de los dichos a los hechos, presente en la imposición de un cerco económico para impedir a Venezuela que comercie su petróleo con las islas del Caribe, pese a que es su proveedor natural por factores geográficos e históricos, al tiempo que se impide a ese país la compra de productos refinados provenientes de la costa sur de Estados Unidos, todo esto con el explícito propósito de provocar el colapso de la economía venezolana. Resulta, por decir lo menos, perverso que estas medidas se tomen pese al reconocimiento de la parte agresora acerca de su impacto catastrófico en las condiciones de vida de la población.

Por último, no puede pasarse por alto que a esta escalada de agresiones verbales y comerciales –contra Venezuela, pero también contra Corea del Norte e Irán– le siga la ominosa aprobación de un colosal incremento al gasto militar, con el cual se destinará a sus fuerzas armadas 700 mil millones de dólares, un monto superior al de las diez naciones siguientes con los presupuestos de defensa más elevados. La confluencia de una retórica belicista con la entrega de recursos virtualmente ilimitados al gasto de guerra supone una pésima señal para la paz mundial.

Todo lo anterior difícilmente motiva sorpresa si se atiende al extenso historial de Washington en la violencia contra el resto del mundo –ya sea mediante ocupaciones militares, invasiones, bombardeos, anexiones ilegales de territorios, promoción de golpes de Estado o financiamiento de grupos políticos serviles– pero el silencio cómplice de la comunidad internacional es una perturbadora indicación de hasta qué punto se encuentra degradada la legalidad global.

Como no ha dejado de apuntarse en este espacio durante la embestida injerencista en curso, el rechazo a los afanes imperialistas de la potencia norteamericana supone una postura ética y legal que debe emprenderse al margen de la calificación otorgada a los actores en disputa dentro de Venezuela.


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COMUNICADO

El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela manifiesta su repudio al comunicado del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América por su reiterada injerencia en los asuntos internos del país, en una clara violación del derecho internacional, particularmente del principio de autodeterminación de los Pueblos. A través de su infame comunicado, el gobierno estadounidense pretende juzgar los resultados de las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 22 de abril de 2018.

En su afán por derrocar al Gobierno legítimo de Venezuela, el régimen supremacista de Donald Trump ejerce presión sobre sus subordinados internos, obligándolos a desconocer los logros alcanzados en la mesa de diálogo de República Dominicana. Todo ello, con el propósito de ampliar sus sanciones coercitivas unilaterales, que tanto daño han causado al Pueblo venezolano, tal y como lo reconociera recientemente un vocero del Departamento de Estado al señalar que “(…) el uso de sanciones por parte de Estados Unidos para castigar a los funcionarios venezolanos y estrangular la economía está funcionando absolutamente (…)”

La administración supremacista, xenófoba, racista y guerrerista de la Casa Blanca, al pretender empañar la voluntad del Pueblo venezolano a decidir su destino sin injerencia ni tutelaje, se arroga una atribución que ningún Pueblo le ha otorgado para calificar y prejuzgar los resultados de un proceso electoral que no ha ocurrido; lo cual contrasta con el bochornoso aval que le otorgó al fraude electoral que recientemente ocurrió en nuestra región, y que dejó una cifra importante de víctimas.

Finalmente, el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela reitera su denuncia respecto a la campaña del Gobierno de los Estados Unidos de América en contra de las instituciones democráticas y del Pueblo de Venezuela, al que continúa amenazando con la aplicación de más sanciones que afecten su estabilidad y calidad de vida.

Caracas, 08 de febrero de 2018


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SE HACE PESADILLA EL SUEÑO AMERICANO*

El proyectado muro para separar a México de lo que había sido territorio propio suyo hasta el día que le fue arrebatado por Estados Unidos; la caracterización por el Presidente de Estados Unidos de las naciones de África como países letrinas de mierda; la expulsión de residentes salvadoreños, nicaragüenses y haitianos de suelo estadounidense; la deportación de los jóvenes indocumentados llegados a EE.UU. en la infancia conocidos como los “dreamers”; el rechazo a la acogida de refugiados; la reducción a la mitad de las tarjetas verdes, y otras acciones contra la inmigración han caracterizado la política exterior de Washington durante la presidencia de Trump.

En contraste con lo que siempre ha divulgado la propaganda hegemónica de Estados Unidos por el mundo, presentando a su país como modelo de democracia y paraíso de bienestar hasta el punto de haberlo convertido en la tierra fantaseada por millones de emigrantes de naciones pobres, ahora el presidente norteamericano está haciendo hasta lo inimaginable por poner fin a tal imagen, recurriendo para ello a decisiones que presagian una gran violencia.

El proyecto de nación en proceso de expansión prevaleció desde que inmigrantes ingleses, mediante la anexión de tierras poblados por pueblos autóctonos u ocupados por inmigrantes holandeses, crearon las trece colonias inglesas que posteriormente se unieron para luchar contra los nativos y sobre todo contra los inmigrantes franceses. Luego, estas colonias se rebelaron contra Gran Bretaña hasta que en 1776 se proclamó la independencia de lo que en 1783 se reconoció como la República Federada de Estados Unidos.

 A partir de entonces, en un proceso expansionista transcurrido mediante la compra de territorios a Francia y España, el despojo a México de una buena parte de su territorio y guerras asimétricas que fueron ampliando su territorio, posesiones y hegemonía global, se llegó a lo que hoy defiende el presidente Donald Trump con el lema de ¡América Primero!, que consiste en el cierre de fronteras como fenómeno nuevo, contrapuesto al expansionismo.

Norteamérica, la del fantaseado sueño americano, ya no está en construcción, sino que, habiendo cristalizado su proyecto, se ha dado a defender lo conquistado. Ahora, la doctrina de América Primero es tarjeta de presentación de una nación que Trump, desde su condición de blanco, multimillonario y enamorado de su propia genética, considera la mejor del mundo.

Por cierto, cuando hablamos de un país llamado “Estados Unidos de América” nos referimos a una entidad imposible o una entelequia, porque América es geográficamente un continente integrado por varias naciones y ninguna de ellas debe atribuirse el derecho a representar la unión de todos los estados que la constituyen.

Originalmente, la denominación “Estados Unidos de América” pudo ser expresión de una aspiración legítima y plausible de los precursores de una unidad soñada que nunca ha podido realizarse, pero que hoy encarna un engañoso propósito de dominación y hegemonía.

Aunque sea ésta la razón histórica del embrollo, las naciones del continente afectadas pueden sobrevivir la confusión a condición de que exista absoluto respeto a las soberanías de todos los países involucrados. Lamentablemente son varias las ocasiones en que han surgido conflictos a causa de que una de las partes, siempre Washington, confunde en beneficio propio la apariencia semántica.

La nación estadounidense nació prácticamente acompañada de la doctrina del Destino Manifiesto (Manifest Destiny en inglés,) que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América irá a la expansión por necesidad obvia (manifiesta) y certera (del destino) de expandirse.

Primero lo hará desde las costas en el Océano Atlántico hasta las del Pacífico. Luego, los estados del noreste debían llevar su concepto de “civilización” por todo el continente mediante expansión territorial.

Para los intereses comerciales estadounidenses, la expansión ofrecía grandes y lucrativos accesos a los mercados extranjeros y permitía así competir en mejores condiciones con los británicos. El poseer puertos en el Pacífico facilitaría el comercio con Asia.

La connotación ideológica y doctrinaria de su nombre no fue abrazada por toda la sociedad estadounidense por igual. Las diferencias dentro del país acerca de objetivo y consecuencias de la política de expansión determinaron su aceptación o resistencia.

Sólo cuando los pueblos que habitan la región de lo que es hoy el continente americano quieran proclamar en común la unificación de sus soberanías territoriales, podría ser declarada legítimamente en ella una nación que se identifique como “Estados Unidos de América”. O cuando la Humanidad alcance su anhelo sempiterno de vivir en un mundo comunista, sin clases ni fronteras.

*Por Manuel E. Yepe, Movimiento Cubano por la PAZ

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CARNAVAL

Carnaval en Roma (1650)

El carnaval es una celebración que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana (que se inicia con el Miércoles de Ceniza), y que tiene fecha variable (entre febrero y marzo según el año). Tradicionalmente comienza un jueves (jueves lardero) y acaba el martes siguiente (martes de carnaval). El carnaval combina elementos tales como disfraces, grupos que cantan coplas, desfiles y fiestas en la calle. A pesar de las diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol. En sus inicios, probablemente con un cierto sentido del pudor propio de la religión, el Carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras. Sin embargo, la costumbre fue transformando la celebración hasta su forma actual.

El origen de su celebración parece probable que esté en las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios romano del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto. Según algunos historiadores, los orígenes de esta festividad se remontarían a la Sumeria y el Egipto antiguos, hace más de 5000 años, con celebraciones muy parecidas en la época del Imperio romano, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a partir de fines del siglo XV.

El carnaval, aunque la Iglesia no lo admite como celebración de tono religioso, está asociado con los países de tradición católica, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.

Los etnólogos encuentran en el carnaval elementos supervivientes de antiguas fiestas y culturas, como la fiesta de invierno (Saturnalia), las celebraciones dionisíacas griegas y romanas (Bacanales), las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas.

A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de carnaval: del latín vulgar carnem-levare, que significa 'abandonar la carne' (lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma).

Posteriormente surgió otra etimología que es la que actualmente se maneja en el ámbito popular: la palabra latina carne-vale, que significa 'adiós a la carne'.

Pero a fines del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Carna es la diosa Celta de las habas y el tocino. También estaría conectada con fiestas indoeuropeas, dedicadas al dios Karna (que en el Mahabhárata aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí) o con la deidad hindú Kāmadeva que es el dios del amor, su nombre kāma significa ‘deseo sexual’ (según algunos monjes hindúes: ‘lujuria’, más peyorativo) y deva: ‘dios’. De acuerdo con el Śiva Purāna (género de literatura escrita india diferente de la literatura oral de los Vedas, más antiguos), Kāmadeva es hijo (o mejor dicho creación) del dios Brahmā (creador del universo), el conocido libro Kāma Sūtra (‘aforismos de Kāma’ o ‘máximas sobre el amor’) de Vatsiaiana, está inspirado en este dios hindú; quizás traído a Europa por pueblos gitanos ya que el origen de estos proviene de la India.

Actualmente el carnaval se ha convertido en una fiesta popular de carácter lúdico. El término «Carnaval» se aplica también a otros tipos de festividades que no están situadas en el tiempo de las carnestolentas (tiempo previo a la cuaresma), pero que comparten elementos similares, tales como los desfiles de las carrozas.




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